Luchando contra el trastorno alimentario en el matrimonio

Desbloquea consejos diarios de 30 segundos para un Más feliz Relación
👉 SuscrÃbete GRATISPuntos clave
Resumen rápido de Marriage.com con IA
Conocà al amor de mi vida en mi décima reunión de instituto en 1975.
El problema era que ya tenÃa un amante secreto: trastorno alimentario (DE). Era un amante que me habÃa costado mi primer matrimonio; un amante cuyas seductoras garras eran feroces. Sin tener en cuenta el peligro, me precipité en esta nueva relación y en un año, Steven y yo nos casamos.
Amenazado por la doble lealtad
Steven no sabÃa que se habÃa casado con una adicta, alguien que hacÃa atracones y purgas con regularidad. Alguien que era servilmente adicta a la aguja en la balanza como barómetro de su atractivo y valor. Con disfunción eréctil (¡eso es un trastorno alimentario, no una disfunción eréctil!) Por mi parte, pensé que habÃa encontrado un atajo hacia el autoempoderamiento, la confianza y un atractivo constante y duradero. Y a un matrimonio feliz. Me estaba engañando a mà misma.
Incapaz de liberarme de las garras de Ed, redoblé mi apuesta por mantener a Steven alejado de mi extraño comportamiento. Era un tema del que no hablarÃa, una batalla que no dejarÃa que me ayudara a librar. QuerÃa a Steven como esposo. No es mi guardián. No soy un compañero guerrero contra mi gran adversario. No podÃa arriesgarme a convertir a Ed en un candidato en nuestro matrimonio porque sabÃa que Ed podÃa ganar.
Estuve haciendo frente todo el dÃa y haciendo atracones y purgas por la noche horas después de que Steven se fuera a dormir. Mi doble existencia continuó hasta el DÃa de San ValentÃn de 2012. El miedo a morir en una piscina llena de mi propio vómito y el miedo a causar un daño irreparable a mi cuerpo finalmente superaron mi renuencia a buscar ayuda. Con los nudillos blancos, tres semanas después ingresé a tratamiento ambulatorio en una clÃnica de trastornos de la alimentación.
Manteniendo nuestra distancia
Nunca me he purgado desde aquel memorable DÃa de San ValentÃn. Ni siquiera entonces dejé entrar a Steven. No dejaba de asegurarle que era mi batalla. Y que no querÃa que se involucrara.
Sin embargo, me di cuenta —al igual que él— que en los meses posteriores a mi salida del tratamiento, a menudo le respondÃa con un tono brusco, independientemente del tema de la conversación. ¿De dónde venÃa esta maldad?
«Sabes», dije un dÃa, «durante los seis meses que tu padre luchó contra el cáncer de páncreas, microgestionaste cada visita al médico, controlaste sus tratamientos de quimioterapia y analizaste todos sus informes de laboratorio. Tu rigurosa defensa de él contrastaba marcadamente con tu comportamiento relajado cuando tenÃas que lidiar con mi bulimia», le dije con enojo. «¿Para quién se suponÃa que iba a estar ahÃmÃ? ¿Quién iba a estar ahà para mà cuando era adicto y estaba atrapado?
Mi enfado lo sorprendió. Y mi juicio. Pero no. La molestia, la irritación y la impaciencia crecÃan como hierbas venenosas en mi barriga.
Buscando un pasaje seguro
Mientras nos reunÃamos esa lluviosa tarde de sábado, estuvimos indecisos de que ambos necesitábamos averiguar por qué dejó caer la pelota y por qué habÃa estado tan dispuesto a librar mi batalla solo contra la disfunción eréctil. Descubrir cómo permanecer juntos mientras resolvÃamos nuestras decepciones pasadas fue el curso de acción más inteligente. ¿Fuimos lo suficientemente fuertes como para buscar la sabidurÃa? ¿Rechazar la culpa? ¿Desechar amargos arrepentimientos?
Empezamos a hurgar en las brasas de nuestra angustia.
Adopté el concepto de claridad (la importancia de ser claro en mi articulación) no solo sobre lo que no querÃa, sino también sobre cómo implementar lo que querÃa.hizoquerer. Le reiteré a Steven que no querÃa que fuera mi alcaide. E hice hincapié en quetenÃasQuerÃa su apoyo y cariño, su interés, su investigación sobre el tema de los trastornos alimentarios, que hablara con profesionales y que me ofreciera tanto sus hallazgos como su punto de vista. Eran puntos que nunca antes habÃa expresado directamente. Y lo admità y me disculpé por haberlo excluido de todo el proceso de tratamiento y recuperación.
Aprendió a no tomarme tan literalmente. Aprendió a desviar mi ambigüedad y a buscar aclaraciones. Aprendió a ser más firme en sus propias convicciones sobre cuál era y es su papel como esposo. Y aprendió a ofrecer en voz alta lo que estaba dispuesto a hacer y lo que no, para que, juntos, pudiéramos elaborar un plan viable.
Admitimos que éramos vÃctimas de nuestras propias suposiciones erróneas. Admitimos que no habÃamos podido investigar ni establecer qué niveles aceptables de participación deseábamos realmente. Admitimos que no leÃamos mentes.
Encontrando nuestro camino
Me perdonó por decirle que se retirara. Lo he perdonado por no entrometerse. Y nos hemos comprometido a superar nuestros miedos al rechazo y la vulnerabilidad para honrar y dar voz a nuestros sentimientos y necesidades genuinos.
Escribe tu consejo o envÃa un consejo en video
Todos los consejos se revisan antes de publicarse.
Comparte este artículo en
¿Planeas casarte?
¿Acabas de comprometerte o estás considerando el matrimonio? Descubre cómo hacer una transición fluida hacia la siguiente etapa de tu relación con el Curso Prematrimonial de Marriage.com. Comienza este increÃble viaje con esta guÃa diseñada por expertos y establece una base sólida para tu camino juntos… ¡para siempre!

