La guía definitiva sobre la rivalidad entre hermanos para padres

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Si tienes más de un hijo y piensas en los desafíos de criarlos juntos, la rivalidad entre hermanos definitivamente estará en lo más alto de tu lista de «cosas abrumadoras». Tus hijos no se llevan bien. No importa cuánto te esfuerces por arreglar las cosas, nada parece funcionar. Pasarán una agradable mañana juntos, pero liberarán a los dragones durante la tarde.
Como la mayoría de los padres que se enfrentan a la misma situación, te sientes impotente y frustrado. Por encima de todo, te entristece profundamente que algo así arruine los momentos familiares que se supone que son felices.
Este es un desafío serio que no debemos descuidar. Cuanto más sepas sobre la rivalidad entre hermanos, más preparado estarás para manejar la situación. Los padres tienen un papel mediador, lo cual nunca es fácil.
¿Por qué se produce la rivalidad entre hermanos?
Los psicólogos del desarrollo presentan diferentes teorías, pero están de acuerdo en una cosa: el vínculo entre hermanos es muy complicado y está influenciado por muchos factores, como la genética, los acontecimientos de la vida, el tratamiento que reciben de los padres, los patrones generacionales y la socialización que ocurre fuera de la familia. Todos estos factores dan forma a los personajes y a toda la vida de los hermanos.
Judy Dunn, psicóloga y autora de Hermanas y hermanos, señala un hecho importante: los hermanos tienen un papel importante en el desarrollo de los demás.
Crecer con hermanos afecta la personalidad de los niños, así como su forma de pensar y expresarse, su inteligencia y su percepción de la familia, los amigos y de sí mismos.
Es una relación compleja y muy importante que los padres deben conocer.
Los niños pequeños se ven profundamente afectados por la forma en que su madre interactúa con sus hermanos. Cuando hay una diferencia en el trato, se generan conflictos y hostilidad entre los hermanos.
Así que quizás no sea por mala suerte. Tal vez sea porque los padres trataron a los niños de manera diferente en diferentes situaciones, sin siquiera darse cuenta. Es una acusación brutal, pero también puede abrirte los ojos si estás dispuesto a hacer un poco de introspección.
Según Dunn, los niños entienden cómo consolar o herir a sus hermanos a partir de los 18 meses. Pueden anticipar la respuesta de un adulto a sus fechorías. A los tres años, los niños pueden evaluarse a sí mismos en comparación con sus hermanos. Este es el momento en el que ves la diferencia entre una relación competitiva y una relación de cooperación.
Además del tratamiento parental, que es la razón más importante de la rivalidad entre hermanos, debemos considerar algunos otros factores:
1. Las necesidades de sus hijos evolucionan
Es algo natural que ocurra. Los niños pequeños, por ejemplo, protegen sus pertenencias y es posible que no quieran compartirlas con sus hermanos. Esto puede incluso llevar a un comportamiento agresivo. Un niño en edad escolar tiene una sólida comprensión de la igualdad, por lo que no pensará que es justo tratar a los hermanos menores de manera diferente. Los adolescentes suelen tener la responsabilidad de cuidar a sus hermanos menores, y eso puede provocar enfado.
2. Los niños ven a los padres como modelos a seguir
Si usted y su pareja discuten frente a sus hijos, ellos verán el conflicto como un comportamiento natural. Conflictoeses algo natural en las familias, pero si te ven discutiendo todo el tiempo, harán lo mismo. Tienes que ser el modelo a seguir para tus hijos y resolver los desacuerdos de la manera más civilizada.
3. Los niños tienen mal genio.
Cada niño tiene un temperamento individual, cuyos signos se pueden ver desde el momento en que nacen. Algunos niños son tranquilos, mientras que otros son más exigentes y menos adaptables. La personalidad única de sus hijos juega un papel importante en la forma en que se comportan unos con otros.
4. La falta de estructura también puede ser la causa de la rivalidad
Cuando los hermanos se pelean, puede deberse a que no reciben reglas claras ni la orientación adecuada.
¿Cómo sé que mis hijos se ven a sí mismos como rivales?
En otras palabras: ¿cómo reconoces la rivalidad entre hermanos en tu familia?
Estas son solo algunas de las señales de que su familia se enfrenta a este problema:
- Ataques verbales o físicos comunes. Los malentendidos suelen ocurrir entre hermanos, pero si los ves todos los días, estamos hablando de la rivalidad.
- Frustración grave, celos y comportamiento que exige atención.
- Parloteo. Si siempre recibes «denuncias» de tu hijo por el comportamiento de su hermano, es una señal de rivalidad. Quieren que apruebes su acción y que desapruebes el comportamiento del otro niño.
- Señales de regresión, como hablar como bebés, enuresis nocturna y rabietas que se presentan en el niño mayor. El niño vuelve a adoptar este comportamiento porque sabe que es una forma determinada de llamar tu atención.
- Competir por amigos y novios/novias es una clara señal de rivalidad cuando los niños crecen.
- Mostrar enojo y discutir constantemente son las señales más claras de que algo va mal.
Cómo lidiar con la rivalidad entre hermanos
Así que reconociste las señales. Estás seguro de que hay una rivalidad entre tus hijos y no sabes qué hacer al respecto. Bueno, el reconocimiento es el primer paso hacia una solución eficaz. Ahora que reconoce el problema, puede resolverlo. ¡Como familia!
1. Siempre que sea posible, no te involucres
Cuando tus hijos comienzan a discutir, te pones nervioso. Quieres que paren pase lo que pase. Si el argumento no es demasiado serio, no debes intervenir. Eso es lo más difícil de hacer, pero a veces es importante dejar que los niños resuelvan sus propios problemas.
Si siempre interviene, sus hijos esperarán su ayuda en todas las situaciones.
En lugar de aprender a lidiar con los conflictos, querrán ser salvados.
Además, corre el riesgo de hacer que uno de los niños se sienta inferior, ya que el conflicto puede resolverse en beneficio de alguien y en desventaja de otro.
Si castigas a uno de los niños, incluso si la situación fue totalmente culpa suya, la rivalidad solo se agravará.
El niño castigado se enojará aún más, y el niño rescatado puede sentir que puede escapar en cualquier situación porque el padre lo «prefiere».
Si sus hijos usan un lenguaje grosero, explíqueles qué es lo que está mal sin tomar partido. Enséñeles a expresarse usando palabras apropiadas. Hagas lo que hagas, trata de no involucrarte a menos que exista el peligro de que la discusión sea física. Si se expresan con palabras, no pasa nada... incluso cuando la discusión se intensifica.
2. Permita que estén tristes o enojados
Cuando los hermanos comienzan a discutir, el primer instinto de los padres es separarlos y calmarlos. Eso no es lo mejor que se puede hacer. Si les enseñas a sucumbir a sus sentimientos, seguirán haciéndolo por el resto de sus vidas. Piensan que mostrar enojo o tristeza no es socialmente aceptable, por lo que entierran esos sentimientos en lo más profundo de su ser. Tarde o temprano, las emociones ocultas se traducen en frustración.
Como padre, debe comprender que estas emociones son reales para sus hijos. ¡Hable con ellos!Pregúnteles cómo se sienten. Cuando veas que describen sus emociones de forma exagerada, parafraséalos sin intentar darles una lección.
Si el hermano mayor se queja diciendo «La odio», parafrasea esa expresión fuerte con algo más suave, como «Así que no te gusta cómo actuó». Reconoce que el niño está herido y no esperes que los sentimientos negativos desaparezcan si le dices que no debe sentirse así.
3. Cuando las cosas lleguen demasiado lejos, sepárelas
Los hermanos se pelean porque pasan demasiado tiempo juntos. Cuando pasas todo el día jugando con alguien, inevitablemente llegarás a un punto de disputa.
Debes reconocer el punto en el que la argumentación verbal está a punto de convertirse en agresión física. Ahí es cuando definitivamente debes actuar. Si notas que los niños se empujan unos a otros, sepáralos.
Dígales que se queden solos en habitaciones diferentes. Permanecerán allí hasta que se calmen. A veces el espacio hace maravillas. Usarás ese tiempo para hablar con ellos, así entenderás sus sentimientos e intentarás volver a unirlos.
Deje que lean un libro o jueguen con sus juguetes. No están siendo castigados; solo se les ordena que pasen un tiempo separados unos de otros.
Una vez que las emociones se calmen, pueden entrar en la sala de estar y todos pueden disfrutar de su tiempo juntos. Apreciarán pasar un tiempo juntos después de esta experiencia.
4. No elijas un ganador
¿De verdad puedes culpar a un niño por la rivalidad y afirmar que el otro es totalmente inocente? Si lo haces, las emociones negativas se harán más fuertes. No malgastes tu energía tratando de averiguar de quién es la culpa.
En la mayoría de los casos, se necesitan dos para luchar. Todas las partes tienen su propia responsabilidad. Incluso si ese no es el caso, nunca debes culpar a un niño por ser malo y afirmar que el otro es un ángel.
Intente convertir esto en una situación en la que cada niño gane o pierda algo. Si se estaban peleando por un juguete, te lo quitarás durante un par de días y dejarás que jueguen con él solo si prometen que lo harán juntos.
Los padres suelen cometer este error: se enojan con un niño por burlarse del otro. Siempre les gritan y les hacen perder el tiempo.
Esa actitud no pondrá al niño bajo control. Solo les hará asumir que son inferiores y que no son lo suficientemente amados. En su lugar, adopte este enfoque: pregúntele al alborotador qué pasó. Deje que le explique la situación e inevitablemente comprenderá su mal comportamiento.
Lo más importante de todo es que ayude a sus hijos a acostumbrarse el uno al otro
Crecer con un hermano es una situación difícil. ¡La mayoría de la gente no lo cambiaría por nada! También es una experiencia maravillosa que se traduce en tener un mejor amigo para toda la vida.
Como padre, su función es ayudar a sus hijos a entenderse. Hable con ellos y ayúdelos a entender el problema desde la perspectiva del otro. Deja que expresen sus sentimientos, pero no dejes que lleven la disputa demasiado lejos. Sobre todo, trátelos por igual y nunca culpe a uno de los niños. Después de todo, es solo un niño. Tienes que entender de dónde viene la agresión y ayudarlos a superar esos sentimientos negativos.
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