Honestidad inquebrantable sobre el matrimonio, la maternidad y el duelo

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Y cuando se arrodilló con girasol en mano para proponerme que nos casáramos, nunca estuve tan segura de nada en mi vida. Siempre me sorprendió con girasoles: en mi auto, debajo de la almohada, en el jarrón azul que habÃa sobre la mesa. Ahora, cada vez que veo uno, recuerdo aquel brillante dÃa de verano, cuando me llevó, con los ojos vendados, a un gigantesco campo de girasoles mantecosos de Kansas, después de llevarme a casa para ver a su familia. Era una de las cosas más hermosas que habÃa visto en mi vida, asà quemuchos a la vez. Extendió una manta en un claro del sueloy nos quedamos allÃ, mirando los altos tallos de hojas amarillas que sobrevolaban el vasto cielo azul, sabiendo que habÃamos encontrado nuestro propio paraÃso especial. A menudo cantaba: «Tú eres mi girasol, mi único girasol», para despertarme por la mañana, lo que me molestaba con tanta frecuenciaya que me hacÃa reÃr, pero siempre me llenaba de amor total.
Lidiar con las inseguridades asociadas con el matrimonio
Aun asÃ, la parte más profunda de mà se preocupaba por ser responsable de otro ser humano, y mucho menos por estar casada con uno y posiblemente tener hijos con uno. ¿Y si todo saliera mal, como lo hacen tantos matrimonios? ¿Y luego qué? Peor aún, ¿y si me dejara por otra mujer, como le habÃa hecho mi padre a mi madre?
¿No podrÃamos quedarnos viviendo juntos? O mejor aún, ¿no podrÃamos vivir en apartamentos separados en el mismo edificio? De esa manera, no desgastarÃamos nuestra relación. O, ¿qué tal una ceremonia de compromiso en lugar de una boda oficial? «Relájate, cariño», dijo con diversión mientras me sujetaba la barbilla, para que tuviera que mirarlo a los ojos sin retorcerme. «Mi propósito en la vida es amarte».
Progresión natural: ¡niños!
«Dices eso ahora, pero mira lo que le pasa a la gente. ¿Y si nos pasa a nosotros?»
«Shh...» susurraba, interrumpiéndome. «Prometo que nunca lo harédejarte. Te prometo que nunca te haré daño ni te engañaré ni te mentiréo abandonarte a ti o a nuestros hijos». «¿Qué niños? ¿Estás embarazada?» Me gustó que se riera de mis chistes malos. «Los hijos que somos los vamos a tener», dijo. «Veo chicas.
Dos de ellos. ¿Quizás podamos llamar Ruth a una de ellas? Por alguna razón, siempre me he sentido conectada con ese nombre».
Y me sentà conectada con Mark. Me calmó de la manera más profunda y estable. Y eso hizo toda la diferencia. QuerÃa casarse «correctamente» en una iglesia.Con un vestido blanco¿con votos y todo?Pensé.¿De verdad?Lo hicimos, nos casamos.en una hermosa y antigua iglesia de piedra y celebró un picnic en el faro de Saugerties, en el rÃo Hudson.
Luego, cuando quiso empezar una familia de verdad, me preocupé.¿Yo? ¿Madre?No podÃa imaginarme ser madre. No querÃa ser madre. Pensarlo literalmente me aterrorizó. Pero solo cuatro meses después, estaba muy emocionada de estar embarazadacon Nell, y cuatro meses después de darle la bienvenida al mundo, nuestro planfuncionó. Estábamos embarazadas de nuevo.
Las relaciones y el matrimonio pueden ser difÃciles a veces.
Con nuestro segundo hijo en camino, llegó el momento de despedirnos denuestro pequeño apartamento y la vida en la ciudad. Compramos una casa modesta justo al nortede la ciudad, en Yonkers, y se mudó solo dos meses antes de que naciera Susannah. Fue frenético, loco y maravilloso. No podÃa creer cuánto habÃa crecido nuestro amor, que habÃa capas aún más profundas en los niveles. Cualquier pareja honesta dirá lo mismo: las relaciones y el matrimonio pueden ser difÃciles a veces, incluso cuando amas tanto a la persona que no puedes imaginar cómo puedes vivir sin ella. Pero va mucho más allá de mojar las toallas en el suelo o hacer un presupuesto para reemplazar el camino de entrada agrietado. Es el problema de hoy en dÃa: dos personas equilibran sus carreras con la vida familiar.
Tuve la suerte de poder hacer ambas cosas trabajando en casa, criando a las niñas y ganándome la vida en una profesión que me encantaba. No es que Mark no lo hicieraquierosalir del trabajo a las 17:00 horas para llegar a casa a tiempo para cenar, bañarse, pijama y leer; es que a menudo tenÃa que trabajar más tarde y más tiempo para cubrir la gran noticia del dÃa, o producir lo que se llama un artÃculo empresarial, una historia que un periodista descubre por su cuenta y que va más allá de cubrir eventos, conferencias de prensa y comunicados de prensa. También pasaba parte del fin de semana trabajando desde casa.
Un impulso de volver corriendo a la vida de soltero sin preocupaciones
Admito que a veces me dieron ganas de volver a mi vida de soltera y despreocupada, la que tenÃa antes, en la que habÃa sido libre de hacer lo que quisiera, cuando quisiera y como quisiera. Sin marido, sin hijos, sin hipoteca; y aunque estaba tan enamorada de él y tan orgullosa de él y tan feliz con nuestras vidas, a veces me sentÃa resentida con él por haberme dado todo lo que nunca supe que querÃa.
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